Se refleja en el día a día, en la relación sentimental, el trabajo… todo está igual que ayer porque «más vale malo conocido que bueno por conocer» y esta frase me da miedo. El cambio más pequeño en tu vida puede suponer una ruta totalmente distinta a la original y siempre va a mejor.
Situaciones como fallecimiento de un familiar, cambio de ciudad por una relación sentimental, nos marcan para el resto de la vida. Cuando se muere una persona muy cercana a ti, nunca lo olvidas. Pasarán más de 20 años y no habrá un día en el que no te preguntes «¿Cómo habría sido mi vida con la influencia de esta persona en mí?» Lo que tienes claro es que seguramente no es como ha sido, y tampoco estás tan mal por ello. Uno va asumiendo los zapatazos de la vida y se adapta. Después te cambias de ciudad, pensando que al menos no pagarás en un hotel para echar polvos los sábados y te das cuenta después de los años que formas parte ya de esa ciudad, quizás sin buscarlo. Su acento se metió en tu boca, sus costumbres en tu día a día y tampoco piensas que puedas salir de ahí porque ya tienes la vida hecha. Lo que sí está claro es que todo lo que ha ido pasando, que quizás en algún momento nos hubiéramos arrepentido, ya no lo cambiamos.
¿Entonces por qué nos conformamos sin más? En la vida que nuestro ímpetu juvenil nos impuso siempre habrá algo disconforme. ¿Por qué no cambiar? ¿Para qué seguir pensando en lo malo que es algo en vez de pensar en cómo salir de ahí? Las situaciones sentimentales son la peor espiral para esto. Cuanto más tiempo pasa más sensación tenemos de malgastar la vida, y menos ganas de volver a empezar tenemos. Tampoco nos gusta la idea de romper nuestro día a día y seguimos arrastrando una forma de vida que no sale en nuestros sueños. Que si la estabilidad económica, la comodidad de una vivienda estable, la cercanía de todos los servicios… Es triste que la vida nos atrape sin querer y no nos deje salir sin más, igual que como llegamos.
Por la calle veo a una pareja discutiendo, o conozco a alguien que tiene la inteligencia emocional suficiente como para analizar su situación, y sólo le puedo preguntar ¿Para qué? mientras se lo digo con los labios cerrados, ellos se reflejan en mi mirada, y la misma espiral que ven en mi retina se refleja en la suya.
Tenemos miedo a romper situaciones pero somos más fuertes para sobrellevarlas. Sólo pensamos en el futuro inmediato y no en el resto de nuestra vida, que es el que se está pasando mientras leemos esto.
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